CAUSAS DEL DOLOR DE ESPALDA

Antiguamente se creía que el dolor aparecía porque existía alguna alteración de la estructura de la columna vertebral, como la escoliosis o la hernia discal. Eso es un error. El dolor aparece por un mecanismo neurológico que implica la activación de los nervios que transmiten el dolor y el desencadenamiento de la contractura muscular y la inflamación. A veces, también puede conllevar la compresión de la raíz nerviosa. Ese mecanismo puede desencadenarse por una alteración de la estructura de la columna vertebral, como la hernia discal, pero en la mayoría de los casos no se puede llegar a averiguar la causa inicial que lo desencadena, y se atribuye a dolor por contractura o sobrecarga muscular. 

COMO APARECE EL DOLOR DE ESPALDA

El dolor de espalda es resultado de un proceso que sigue estos 4 pasos:

1- Activación de los nervios que transmiten dolor
Las fibras nerviosas que transmiten dolor son finas y muy numerosas.
En la espalda, por ejemplo, hay terminaciones de esas fibras en los músculos, en la parte externa del envoltorio fibroso del disco, y en el hueso que hay por debajo de la articulación facetaria (Cada vértebra se articula con la inferior por delante, mediante el disco intervertebral, y por detrás, a través de la articulación facetaria).
Los nervios del dolor, cuando se activan, liberan distintas sustancias llamadas "neurotransmisores" o "neuromoduladores" que transmiten esa sensibilidad al cerebro.

2- Contractura muscular
La contractura muscular consiste en la contracción persistente e involuntaria de un músculo. Puede ser causa o consecuencia del dolor de espalda.
Como causa del dolor de espalda, la contractura aparece esencialmente cuando se exige al músculo un trabajo superior al que puede realizar, ya sea un trabajo intenso y puntual, por ejemplo, un esfuerzo excesivo; o reiterado y menos intenso, por ejemplo, mantener muchas horas una postura inadecuada.
Por otra parte, algunas anomalías de la columna vertebral o desequilibrios de la musculatura favorecen que unos grupos musculares estén trabajando constantemente más de lo necesario, lo que les predispone a contracturarse.
Eso mismo ocurre cuando falta potencia a la musculatura y se le exige que realice esfuerzos que exceden su capacidad.
Es fundamental hacer el ejercicio físico adecuado para cada caso específico, con el fin de contrarrestar esa tendencia y evitar la repetición de las crisis.
Como consecuencia del dolor de espalda: Con independencia de cuál sea su motivo, el propio dolor de espalda puede causar la contractura muscular por un mecanismo reflejo.
En estos casos, la contractura no es la causa primaria del dolor, pero sí un factor añadido que puede agravarlo. Además, puede empeorar algunas de sus causas. Por ejemplo, en una hernia discal dolorosa, la contractura muscular puede aumentar la fuerza de compresión sobre el disco y facilitar más la salida del núcleo pulposo.

3- Inflamación
La inflamación consiste esencialmente en una gran dilatación de los vasos sanguíneos junto con una apertura de sus poros, permitiendo el paso de líquido, sustancias y células desde la sangre a los tejidos, por lo que éstos aumentan de volumen y temperatura.
a) La activación de los nervios del dolor provoca la liberación de varios neurotransmisores que dilatan los vasos y abren sus poros, desencadenando la inflamación del tejido en el que son liberados. Esta es la llamada "inflamación neurógena".
b) En determinadas circunstancias, especialmente ante la presencia de microbios, algunas células de la sangre se activan liberando sustancias que atraen a otras células de defensa del organismo, dilatan los vasos, abren sus poros y permiten el paso de esas células a los tejidos. Esa es la conocida como "inflamación humoral".
Se ha demostrado que la inflamación neurógena y humoral se potencian entre sí y que ambos procesos están implicados en los dolores de espalda. Eso explica la eficacia de los antiinflamatorios para su tratamiento.

En el dolor de espalda, la inflamación es esencialmente neurógena y, secundariamente, se pone en marcha el proceso de la inflamación humoral. No obstante, una vez que existe inflamación, ésta se convierte en un factor agravante añadido:
a) porque las sustancias liberadas en la puesta en marcha de la inflamación humoral son capaces de activar los nervios del dolor y aumentarlo. A su vez, el dolor conlleva la liberación de los neurotransmisores implicados en la inflamación neurógena, lo que aumenta la inflamación y constituye un círculo vicioso.
b) porque al aumentar el volumen de los tejidos aumenta el riesgo de compresión nerviosa y puede agravar la eventual lesión causante.

4- Compresión de la raíz nerviosa
La compresión de una raíz nerviosa puede producir dolor. En este caso, el paciente nota el dolor en el territorio cuya sensibilidad recoge la raíz, y no en el lugar en el que ésta está siendo comprimida. Por ejemplo, cuando una hernia discal lumbar comprime una raíz del nervio ciático, el paciente nota el dolor en la pierna, y no donde la raíz está siendo comprimida. Esto se denomina "dolor irradiado", sigue el trayecto del nervio comprimido y se acompaña de otros signos que reflejan su compresión, como alteraciones de la sensibilidad, fuerza o reflejos.


Pero, a veces, el propio dolor de espalda puede hacer que se sienta un dolor reflejo en brazos o piernas sin que el nervio esté siendo comprimido. Se debe a un mecanismo reflejo de la médula, se denomina "dolor referido" y no sigue específicamente el trayecto de ningún nervio, ni tampoco se acompaña de signos de compresión.
El dolor referido no tiene mayor importancia. Sin embargo, un dolor irradiado traduce la compresión de un nervio y, por lo tanto, cierto grado de sufrimiento neurológico. Hay que valorar la indicación de la cirugía si se puede determinar con certeza qué está comprimiendo al nervio y dónde.

Por último, un nervio puede estar comprimido y no causar dolor. Por ejemplo, cuando el nervio comprimido es uno de los que controla un músculo y no transmite sensibilidad. En ese caso aunque el nervio esté sufriendo puede no haber dolor y el paciente nota sólo una pérdida muy importante o incluso total de fuerza en el músculo correspondiente, puesto que aunque el músculo en sí mismo está sano no recibe los impulsos que le ordenan contraerse. Si eso ocurre, traduce una compresión importante del nervio y habitualmente es necesario tratarlo con urgencia.

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